Codo a codo con los mejores del mundo
Entre el 10 de julio y el 3 de agosto la Armada de Chile, representada por la Fragata “Almirante Lynch” y por un equipo liderado por el Capitán de Navío Luis Sánchez, como Jefe del Grupo de Tarea Combinado 107.1, participó en la versión número 23 del ejercicio naval más grande del mundo.
Foto gentileza de US Navy
42 Unidades de superficie, 6 submarinos, 200 aeronaves y más de 25 mil hombres de 22 países, son algunas de las cifras que dan cuenta de la magnitud e importancia del ejercicio naval más importante del mundo, Rim of the Pacific (RIMPAC) 2012, y en el que nuestro país tuvo una relevante participación, trabajando codo a codo con potencias navales tales como Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá, Francia, etc.
En su novena participación en el ejercicio, nuestro país estuvo representado por un grupo de 14 miembros de la Institución, liderados por el Capitán de Navío Luis Sánchez, Comandante del Grupo de Tarea 1.7.1, cuyo puesto de mando se encontraba en el portaaviones "Nimitz", de la Marina de los Estados Unidos y uno de los mayores buques de guerra del mundo.
En su calidad de Jefe de Grupo de Tarea, el Comandante Sánchez, estuvo al mando de cuatro Unidades de Tarea compuestas por 18 buques de Estados Unidos, Corea del Sur, Canadá, Singapur, Japón, Rusia, Australia y Francia. Esta es la primera vez en la historia de RIMPAC que un Oficial no angloparlante se desempeñaba como Comandante de un Grupo de Tarea.
La Armada estuvo también representada por la Fragata "Almirante Lynch", siendo ésta la primera vez que una fragata chilena del tipo 23 participaba en ejercicios internacionales fuera del país.
Para constatar esta realidad el Ministro de Defensa, Andrés Allamand; el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Edmundo González y el Comandante de Operaciones Navales, Vicealmirante José Miguel Romero, visitaron Hawái a fines de julio para conocer en mayor profundidad el desempeño del personal naval chileno presente en el ejercicio naval más importante del mundo.
En las grandes ligas
Desde su zarpe del puerto de Valparaíso el 25 de mayo pasado, la Fragata "Almirante Lynch" ha cumplido un amplio programa de actividades relacionadas al ejercicio.
Siendo la única unidad latinoamericana presente en RIMPAC, la unidad jugó un rol fundamental, como líder de la Unidad de Tarea 17.2.1, la que estuvo compuesta además de la "Lynch", por cinco buques de las Armadas de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda.
"La gente del buque está plenamente consciente de su responsabilidad y está orgullosa de estar acá. El hecho de ser capaces de demostrar internacionalmente lo que somos capaces de hacer en nuestro entorno nacional, es una experiencia única e invaluable pero además, es una experiencia de vida. Esto es parte de la aventura de ser marino, y lo que permite que mucha gente quiera integrarse a las
filas de la Institución, justamente atraído por esta capacidad que tiene la Armada de traer un grupo de 200 personas acá, y hacerlo sentirse embajadores del país en los lugares más remotos del mundo", cuenta el Comandante de la Unidad, Capitán de Navío Alberto Soto.
Estas ansias de aprovechar al máximo esta oportunidad se percibe a bordo del buque, pese al cansancio y el hecho de estar por mucho tiempo lejos del hogar. Para el Condestable del buque, Suboficial Mayor Osvaldo Álvarez, ésta es la primera vez que participa en RIMPAC, y a su juicio, "ha sido una experiencia maravillosa e enriquecedora en el aspecto profesional y personal. He podido compartir con marinos de otras Armadas que están participando y darme cuenta que nuestro nivel es muy parecido al resto de los países que están presente".
En estos casi 3 meses fuera del país, la dotación ha vivido momentos que han dado más de una alegría. Al primer lugar logrado en el campeonato de fútbol, se suman aquellas alegrías personales. El Cabo 1º Luis Candia y el Cabo 2º Juan García fueron padres mientras viajaban hacia Estados Unidos. Para ambos fueron sentimientos encontrados, la necesidad de estar con los suyos en momentos tan importantes, se mezclaba con el deber que debían cumplir en éste, el ejercicio naval más importante del mundo. "En mis cuatro años como parte de la dotación del buque, ésta es la primera vez que he salido al extranjero, y la experiencia a nivel profesional ha sido muy buena ya que he podido conocer nuevas tácticas y técnicas que ocupan otras marinas. En la parte personal, el buque nos ha prestado harto apoyo, facilitándonos un sistema de comunicación constante, vía mail, para mantener contacto con nuestras familias", nos relata el Cabo García.
Hora de Homenajes
Siendo la única unidad latinoamericana presente en RIMPAC, la unidad jugó un rol fundamental, como líder de la Unidad de Tarea 17.2.1, la que estuvo compuesta además de la "Lynch", por cinco buques de las Armadas de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda.
"La gente del buque está plenamente consciente de su responsabilidad y está orgullosa de estar acá. El hecho de ser capaces de demostrar internacionalmente lo que somos capaces de hacer en nuestro entorno nacional, es una experiencia única e invaluable pero además, es una experiencia de vida. Esto es parte de la aventura de ser marino, y lo que permite que mucha gente quiera integrarse a las
filas de la Institución, justamente atraído por esta capacidad que tiene la Armada de traer un grupo de 200 personas acá, y hacerlo sentirse embajadores del país en los lugares más remotos del mundo", cuenta el Comandante de la Unidad, Capitán de Navío Alberto Soto.
Estas ansias de aprovechar al máximo esta oportunidad se percibe a bordo del buque, pese al cansancio y el hecho de estar por mucho tiempo lejos del hogar. Para el Condestable del buque, Suboficial Mayor Osvaldo Álvarez, ésta es la primera vez que participa en RIMPAC, y a su juicio, "ha sido una experiencia maravillosa e enriquecedora en el aspecto profesional y personal. He podido compartir con marinos de otras Armadas que están participando y darme cuenta que nuestro nivel es muy parecido al resto de los países que están presente".
En estos casi 3 meses fuera del país, la dotación ha vivido momentos que han dado más de una alegría. Al primer lugar logrado en el campeonato de fútbol, se suman aquellas alegrías personales. El Cabo 1º Luis Candia y el Cabo 2º Juan García fueron padres mientras viajaban hacia Estados Unidos. Para ambos fueron sentimientos encontrados, la necesidad de estar con los suyos en momentos tan importantes, se mezclaba con el deber que debían cumplir en éste, el ejercicio naval más importante del mundo. "En mis cuatro años como parte de la dotación del buque, ésta es la primera vez que he salido al extranjero, y la experiencia a nivel profesional ha sido muy buena ya que he podido conocer nuevas tácticas y técnicas que ocupan otras marinas. En la parte personal, el buque nos ha prestado harto apoyo, facilitándonos un sistema de comunicación constante, vía mail, para mantener contacto con nuestras familias", nos relata el Cabo García.
Hora de Homenajes
Durante su visita a la "Lynch", el Ministro de Defensa, Andrés Allamand felicitó con mucho entusiasmo al equipo de fútbol de la fragata, ganador del campeonato RIMPAC 2012, tras vencer en un reñido partido a la selección de la fragata francesa "Prairial", al igual que en la película "Battleship", sólo que los equipos eran distintos.
No obstante la dotación del buque tenía una sorpresa al Ministro Allamand. Momentos antes que terminara la visita, se le hizo entrega del escudo del buque, símbolo que lo reconoce como miembro honorario de la dotación de la unidad, y que recuerda las semanas que vivió el Ministro el año pasado a bordo de la fragata durante el desarrollo de la primera fase de la Operación Loreto, tiempo que permitió generar un arraigo entre la autoridad y la dotación de la embarcación.
El Comandante Soto señaló en la ocasión que "fueron momentos duros y agradables, en que usted estuvo a bordo en las buenas y las malas. Ese compromiso de servicio quiere ser reconocido por esta dotación".
USS "NI MITZ": El monstruo de acero
Una calurosa mañana nos recibió en la Base Aérea de Hickman, en Pearl Harbor. Eran aproximadamente las 8.45 am de un sábado de julio y dentro de pocos minutos abordaríamos un avión C2 de la US Navy, que nos llevaría al poderoso portaaviones norteamericano "Nimitz", una verdadera ciudadela flotante que, con casi 6 mil tripulantes, se encontraba a más 50 millas de las costas de Hawái, liderando la partida de unidades del Grupo de Tarea 170.1 en RIMPAC.
Unos pocos minutos de reunión con la tripulación, y estábamos listos para abordar. En total éramos 23 pasajeros, entre ellos estaba un famoso actor norteamericano que protagonizó hace un tiempo una serie en que un avión comercial se accidentaba y caía a una isla aparentemente desierta en el medio del Pacífico. Afortunadamente no corrimos la misma suerte que ese grupo de personajes televisivos.
Foto gentileza de US Navy
Para quienes era la primera vez que vivíamos una experiencia de esta magnitud, la sensación era de nerviosismo y expectación. Convengamos que no son las mismas condiciones de un vuelo comercial, en cualquier aerolínea del mundo. De partida, al avión se ingresa a través de una rampa ubicada al final del avión; los asientos dan la espalda a los pilotos; no hay ventanas para poder disfrutar, al menos, del paisaje aéreo, pero si una gran cantidad de dispositivos, sensores, luces y cables que quedan a la vista. Además, a nuestra vestimenta hay que agregarle una serie de accesorios: casco con audífonos, para proteger nuestros oídos del intenso ruido producido por los motores del avión; unas antiparras y un chaleco salvavidas.
El vuelo hacia el "Nimitz" fue muy tranquilo. A menos de una hora de haber despegado, el piloto de la aeronave nos informaba que estábamos listos para aterrizar en el portaaviones. Pese a las advertencias que decían que el aterrizaje era "terrible", no fue tan así. Sólo por algunos segundos el cuerpo se contrae completamente, producto del duro frenazo que produce el enganche del avión en el cable de retención.
A nuestra llegada fuimos recibidos en la cubierta de vuelo por el Comandante de la Fuerza de Tarea 170, el Contraalmirante de la Marina de los Estados Unidos, Peter A. Gumataotao, el Comandante de la unidad, Capitán de Navío Jeffrey Ruthel, y el Comandante del Grupo de Tarea 170.1, Capitán de Navío Luis Fernando Sánchez. Luego de una breve ceremonia de bienvenida y de un briefing de seguridad por parte de la tripulación, iniciamos el recorrido por este monstruo de acero, de casi 90 mil toneladas de desplazamiento, que cuenta con decenas de cubiertas que ponen a prueba el estado físico de cualquier persona; comedores, camarotes y gimnasios de un tamaño inimaginable para un buque. Si hasta una sala de prensa tiene, donde se produce todo el material gráfico y de vídeo para mantener informada a la tripulación del acontecer noticioso que ocurre a bordo.
Nuestro próximo destino fue la Central de Informaciones de Combate (CIC), y posteriormente al puesto de mando del Comandante del Grupo de Tarea, donde el Comandante Sánchez manifestó el orgullo de participar en este ejercicio y de comandar el Grupo de Tarea 170.1. "Ha sido una experiencia muy gratificante la de poder conducir un grupo multinacional con 14 oficiales y gente de mar chilenos a cargo mío, como parte de mi staff. Creo que el desempeño en general de todo nuestro personal ha sido muy bueno, estoy muy contento con lo que han logrado realizar y en la forma como se han integrado al grupo de trabajo, lo que es muy positivo, sobre todo para las generaciones más jóvenes".
En tanto, el Almirante González comentó que "a bordo del "Nimitz" hemos podido percatarnos de la importancia que tienen este tipo de unidades para la Armada de los Estados Unidos, pero también hemos podido darnos cuenta del trabajo en detalle que está haciendo nuestra gente en la conducción de este importante ejercicio". Consultado respecto al desempeño del Grupo de Tarea, el Contraalmirante Peter A. Gumataotao, indicó que "la experiencia de operar con la Armada de Chile ha sido muy buena. El desempeño tanto del Grupo de Tarea, liderado por el Capitán de Navío Luis Fernando Sánchez, como de la Fragata Lynch ha sido fantástico. Han demostrado ser muy capaces y competentes en lo que hacen. De verdad estamos muy contentos de tener a bordo del "Nimitz" al Comandante Sánchez y al personal chileno que se desempeña tanto en el Grupo de Tarea como en las otras unidades que están participando en el ejercicio."
No obstante la dotación del buque tenía una sorpresa al Ministro Allamand. Momentos antes que terminara la visita, se le hizo entrega del escudo del buque, símbolo que lo reconoce como miembro honorario de la dotación de la unidad, y que recuerda las semanas que vivió el Ministro el año pasado a bordo de la fragata durante el desarrollo de la primera fase de la Operación Loreto, tiempo que permitió generar un arraigo entre la autoridad y la dotación de la embarcación.
El Comandante Soto señaló en la ocasión que "fueron momentos duros y agradables, en que usted estuvo a bordo en las buenas y las malas. Ese compromiso de servicio quiere ser reconocido por esta dotación".
USS "NI MITZ": El monstruo de acero
Una calurosa mañana nos recibió en la Base Aérea de Hickman, en Pearl Harbor. Eran aproximadamente las 8.45 am de un sábado de julio y dentro de pocos minutos abordaríamos un avión C2 de la US Navy, que nos llevaría al poderoso portaaviones norteamericano "Nimitz", una verdadera ciudadela flotante que, con casi 6 mil tripulantes, se encontraba a más 50 millas de las costas de Hawái, liderando la partida de unidades del Grupo de Tarea 170.1 en RIMPAC.
Unos pocos minutos de reunión con la tripulación, y estábamos listos para abordar. En total éramos 23 pasajeros, entre ellos estaba un famoso actor norteamericano que protagonizó hace un tiempo una serie en que un avión comercial se accidentaba y caía a una isla aparentemente desierta en el medio del Pacífico. Afortunadamente no corrimos la misma suerte que ese grupo de personajes televisivos.
Foto gentileza de US Navy
Para quienes era la primera vez que vivíamos una experiencia de esta magnitud, la sensación era de nerviosismo y expectación. Convengamos que no son las mismas condiciones de un vuelo comercial, en cualquier aerolínea del mundo. De partida, al avión se ingresa a través de una rampa ubicada al final del avión; los asientos dan la espalda a los pilotos; no hay ventanas para poder disfrutar, al menos, del paisaje aéreo, pero si una gran cantidad de dispositivos, sensores, luces y cables que quedan a la vista. Además, a nuestra vestimenta hay que agregarle una serie de accesorios: casco con audífonos, para proteger nuestros oídos del intenso ruido producido por los motores del avión; unas antiparras y un chaleco salvavidas.
El vuelo hacia el "Nimitz" fue muy tranquilo. A menos de una hora de haber despegado, el piloto de la aeronave nos informaba que estábamos listos para aterrizar en el portaaviones. Pese a las advertencias que decían que el aterrizaje era "terrible", no fue tan así. Sólo por algunos segundos el cuerpo se contrae completamente, producto del duro frenazo que produce el enganche del avión en el cable de retención.
A nuestra llegada fuimos recibidos en la cubierta de vuelo por el Comandante de la Fuerza de Tarea 170, el Contraalmirante de la Marina de los Estados Unidos, Peter A. Gumataotao, el Comandante de la unidad, Capitán de Navío Jeffrey Ruthel, y el Comandante del Grupo de Tarea 170.1, Capitán de Navío Luis Fernando Sánchez. Luego de una breve ceremonia de bienvenida y de un briefing de seguridad por parte de la tripulación, iniciamos el recorrido por este monstruo de acero, de casi 90 mil toneladas de desplazamiento, que cuenta con decenas de cubiertas que ponen a prueba el estado físico de cualquier persona; comedores, camarotes y gimnasios de un tamaño inimaginable para un buque. Si hasta una sala de prensa tiene, donde se produce todo el material gráfico y de vídeo para mantener informada a la tripulación del acontecer noticioso que ocurre a bordo.
Nuestro próximo destino fue la Central de Informaciones de Combate (CIC), y posteriormente al puesto de mando del Comandante del Grupo de Tarea, donde el Comandante Sánchez manifestó el orgullo de participar en este ejercicio y de comandar el Grupo de Tarea 170.1. "Ha sido una experiencia muy gratificante la de poder conducir un grupo multinacional con 14 oficiales y gente de mar chilenos a cargo mío, como parte de mi staff. Creo que el desempeño en general de todo nuestro personal ha sido muy bueno, estoy muy contento con lo que han logrado realizar y en la forma como se han integrado al grupo de trabajo, lo que es muy positivo, sobre todo para las generaciones más jóvenes".
En tanto, el Almirante González comentó que "a bordo del "Nimitz" hemos podido percatarnos de la importancia que tienen este tipo de unidades para la Armada de los Estados Unidos, pero también hemos podido darnos cuenta del trabajo en detalle que está haciendo nuestra gente en la conducción de este importante ejercicio". Consultado respecto al desempeño del Grupo de Tarea, el Contraalmirante Peter A. Gumataotao, indicó que "la experiencia de operar con la Armada de Chile ha sido muy buena. El desempeño tanto del Grupo de Tarea, liderado por el Capitán de Navío Luis Fernando Sánchez, como de la Fragata Lynch ha sido fantástico. Han demostrado ser muy capaces y competentes en lo que hacen. De verdad estamos muy contentos de tener a bordo del "Nimitz" al Comandante Sánchez y al personal chileno que se desempeña tanto en el Grupo de Tarea como en las otras unidades que están participando en el ejercicio."
Sin duda una de las experiencias más impresionantes y de alto impacto que vivimos a bordo, fue estar durante varios minutos en la cubierta de vuelo, observando cómo a metros de nosotros, aviones F-18 rugían al ser impulsados por la catapulta, y como en forma simultánea aterrizaban en la cubierta otros aviones. Todo esto en una coreografía coordinada e intensa, en la que además participaban como espectadores aviones de intercepción electrónica y helicópteros.
Luego de casi 7 horas a bordo, y de haber podido compartir con la dotación chilena destacada ahí, emprendimos el rumbo de vuelta a Pearl Harbor. El procedimiento fue el mismo que el de la mañana, sólo que esta vez el despegue era más "extremo".
Luego de casi 7 horas a bordo, y de haber podido compartir con la dotación chilena destacada ahí, emprendimos el rumbo de vuelta a Pearl Harbor. El procedimiento fue el mismo que el de la mañana, sólo que esta vez el despegue era más "extremo".
Después de haber estado alrededor de 15 minutos a bordo del avión dando vueltas por la cubierta de vuelo, uno de los tripulantes nos dio la señal (go, go, go!) de que estábamos prestos a despegar. En una milésima de segundo, el avión aceleró de 0 a 250 km/hora, provocando nuevamente que nuestros cuerpos se contrajeran forzosamente, y se fueran hacia delante. Para evitar cualquier inconveniente físico, la orden era afirmarse lo más fuerte posible de nuestro arnés de seguridad, bajar la cabeza y subir nuestras piernas para evitar que nos golpeáramos con el asiento de al frente. El resto del viaje fue igual de tranquilo que a la ida, y después de 40 minutos de vuelo, llegamos sanos y salvos a nuestro destino. Esta única e irrepetible experiencia ya había quedado en el pasado.
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