"Uno es marino las 24 horas del día, hasta la muerte"
Tras recibir su “Medalla al Valor” al pasado 21 de mayo, conversamos con el Cabo Vera para conocer, en primera persona, sus impresiones y recuerdos del acto que lo convirtió, de un día para otro, en un ejemplo para la Institución.
El 3 de septiembre de 2009 era una tarde como cualquier otra en la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas, en Playa Ancha, y como es costumbre en las reparticiones navales, a las 16:00 hrs. el Cabo 1° L. Fernando Vera recibía la guardia del portalón, lugar donde había estado apostado en varias oportunidades anteriores. 5 minutos después, lo alertan los gritos de dos personas que pedían ayuda, dado que habían visto a una mujer joven en el sector conocido como la Piedra Feliz, dispuesta a quitarse la vida.
Cumpliendo con el protocolo establecido, informó a la Capitanía de Puerto de Valparaíso de la situación que estaba ocurriendo y envió a un mensajero para que verificara que la versión que le habían relatado fuera verídica. Pocos minutos después, el mensajero le informa por radio que esta persona se había lanzado al mar y en ese momento las olas las estaban arrastrando hacia las rocas. El Cabo Vera, sin pensarlo, le entregó su arma a otro Cabo que se encontraba con él en ese momento y, ordenándole que se hiciera cargo de su puesto, partió corriendo hacia el lugar del accidente.
Sin tener el equipamiento o la ropa adecuada, corrió unos 300 metros con uniforme y al momento de llegar al lugar, sin evaluar mucho la situación, se lanzó al agua en ayuda de la joven, que ya comenzaba a ahogarse. La joven no se dejó rescatar fácilmente e intentó evitar en todo momento ser rescatada, haciéndole aún más difícil y desafiante la tarea al Cabo Vera, quien también estaba en peligro su propia vida.
Luego que las técnicas de convencerla fallaran y considerando que el mar cada vez aumentaba su fuerza, la tomó como pudo y se acercó a los roqueríos que le parecieron más accesibles. Al momento de llegar a las rocas, la joven se negó a escalarlas, por lo que no le quedó más alternativa que trepar con la mujer afirmada a su cuerpo más de tres metros hasta que llegó la ayuda solicitada. El Cabo 1° L. César Escobar y el Suboficial Mayor Pedro Morales, al ver que el Cabo Vera partió corriendo, decidieron ir detrás de él para poder prestarle ayuda en caso que lo necesitara. Al ver el esfuerzo que estaba realizando para subir las rocas con la mujer afirmada de su cuerpo, lograron improvisar una cuerda con la tenida naval y ropa de civiles que se encontraban en el lugar, pudiendo rescatar y subir a la joven por los acantilados sana y salva.
La ambulancia, la prensa y personal de la Capitanía de Puerto ya se encontraban en el lugar. Una vez que la adolescente fue entregada a los paramédicos, el Cabo Vera regresó a su repartición, se cambió el uniforme y a las 17:30 se encontraba nuevamente cubriendo su guardia.
Una premiada acción
Producto de ese acto heroico, el Cabo Vera recibió de manos del Presidente de la República, Sebastián Piñera, el Ministro de Defensa, Andrés Allamand, y el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Edmundo González, la "Medalla al Valor" en la plaza Sotomayor este 21 de mayo recién pasado.
Sin embargo, el día del rescate no le contó a nadie de su familia lo que había ocurrido. La sorpresa se la llevó su hermana, quien al día siguiente del rescate vio la foto del Cabo Vera en el diario La Estrella de Valparaíso. Incluso, cuando le informaron que su caso lo tenían considerando para la entrega de la "Medalla al Valor", no contó nada hasta 5 días antes, cuando invitó a su abuelo y a su esposa al desfile de la Plaza Sotomayor.
La familia naval
Este porteño tiene una larga lista de antecesores relacionado con la defensa y protección de nuestro país. Comienza con su tatarabuelo, que fuera Coronel de Ejército en la Guerra del Pacífico. "Mi abuelo fue Suboficial Mayor y mi padre también es Marino, y todos tenemos la misma especialidad", cuenta emocionado.
Le preguntamos si se arrepiente de lo realizado. "En lo absoluto", responde, aunque con esa misma sinceridad recuerda que, cuando volvió al lugar para tomarse unas fotografías para esta misma revista, "sin la adrenalina en el cuerpo, hoy lo pensaría mucho, porque fue un piquero de unos 7 metros en un lugar extremadamente peligroso".
El Cabo Vera está casado y tiene un hijo recién nacido, la cuarta generación de ‘Fernandos' de la familia y quien en el futuro podría convertirse en la quinta generación de uniformados en la familia. "Me gusta la Armada, más que un trabajo es una forma de vida, el Marino es Marino las 24 horas del día, hasta la muerte. Es un trabajo que requiere de harta preocupación, pero en la medida que uno haga las cosas bien, todo resulta", concluyó.
Cumpliendo con el protocolo establecido, informó a la Capitanía de Puerto de Valparaíso de la situación que estaba ocurriendo y envió a un mensajero para que verificara que la versión que le habían relatado fuera verídica. Pocos minutos después, el mensajero le informa por radio que esta persona se había lanzado al mar y en ese momento las olas las estaban arrastrando hacia las rocas. El Cabo Vera, sin pensarlo, le entregó su arma a otro Cabo que se encontraba con él en ese momento y, ordenándole que se hiciera cargo de su puesto, partió corriendo hacia el lugar del accidente.
Sin tener el equipamiento o la ropa adecuada, corrió unos 300 metros con uniforme y al momento de llegar al lugar, sin evaluar mucho la situación, se lanzó al agua en ayuda de la joven, que ya comenzaba a ahogarse. La joven no se dejó rescatar fácilmente e intentó evitar en todo momento ser rescatada, haciéndole aún más difícil y desafiante la tarea al Cabo Vera, quien también estaba en peligro su propia vida.
Luego que las técnicas de convencerla fallaran y considerando que el mar cada vez aumentaba su fuerza, la tomó como pudo y se acercó a los roqueríos que le parecieron más accesibles. Al momento de llegar a las rocas, la joven se negó a escalarlas, por lo que no le quedó más alternativa que trepar con la mujer afirmada a su cuerpo más de tres metros hasta que llegó la ayuda solicitada. El Cabo 1° L. César Escobar y el Suboficial Mayor Pedro Morales, al ver que el Cabo Vera partió corriendo, decidieron ir detrás de él para poder prestarle ayuda en caso que lo necesitara. Al ver el esfuerzo que estaba realizando para subir las rocas con la mujer afirmada de su cuerpo, lograron improvisar una cuerda con la tenida naval y ropa de civiles que se encontraban en el lugar, pudiendo rescatar y subir a la joven por los acantilados sana y salva.
La ambulancia, la prensa y personal de la Capitanía de Puerto ya se encontraban en el lugar. Una vez que la adolescente fue entregada a los paramédicos, el Cabo Vera regresó a su repartición, se cambió el uniforme y a las 17:30 se encontraba nuevamente cubriendo su guardia.
Una premiada acción
Producto de ese acto heroico, el Cabo Vera recibió de manos del Presidente de la República, Sebastián Piñera, el Ministro de Defensa, Andrés Allamand, y el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Edmundo González, la "Medalla al Valor" en la plaza Sotomayor este 21 de mayo recién pasado.
Sin embargo, el día del rescate no le contó a nadie de su familia lo que había ocurrido. La sorpresa se la llevó su hermana, quien al día siguiente del rescate vio la foto del Cabo Vera en el diario La Estrella de Valparaíso. Incluso, cuando le informaron que su caso lo tenían considerando para la entrega de la "Medalla al Valor", no contó nada hasta 5 días antes, cuando invitó a su abuelo y a su esposa al desfile de la Plaza Sotomayor.
La familia naval
Este porteño tiene una larga lista de antecesores relacionado con la defensa y protección de nuestro país. Comienza con su tatarabuelo, que fuera Coronel de Ejército en la Guerra del Pacífico. "Mi abuelo fue Suboficial Mayor y mi padre también es Marino, y todos tenemos la misma especialidad", cuenta emocionado.
Le preguntamos si se arrepiente de lo realizado. "En lo absoluto", responde, aunque con esa misma sinceridad recuerda que, cuando volvió al lugar para tomarse unas fotografías para esta misma revista, "sin la adrenalina en el cuerpo, hoy lo pensaría mucho, porque fue un piquero de unos 7 metros en un lugar extremadamente peligroso".
El Cabo Vera está casado y tiene un hijo recién nacido, la cuarta generación de ‘Fernandos' de la familia y quien en el futuro podría convertirse en la quinta generación de uniformados en la familia. "Me gusta la Armada, más que un trabajo es una forma de vida, el Marino es Marino las 24 horas del día, hasta la muerte. Es un trabajo que requiere de harta preocupación, pero en la medida que uno haga las cosas bien, todo resulta", concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario