Culminando su segunda semana de instrucción militar básica se encuentran los Alumnos Reclutas que este año ingresaron a la Escuela de Especialidades para convertirse en futuros Cabos de la Fuerza Aérea de Chile.
Se trata de un selecto grupo de jóvenes provenientes de todo Chile, del cual 66 son mujeres quienes, tras ser seleccionados para formar parte de la Institución, ingresaron a la Escuela de Especialidades el viernes 3 de febrero para, posteriormente, trasladarse a la Base Aérea de Colina donde comenzaron la siguiente fase dentro de su proceso de formación: la Campaña de Instrucción Militar Básica, que culmina el domingo 11 de marzo.
Su llegada a la Base se registró el sábado 4 de febrero, ocasión en que, divididos en tres escuadrillas, y apoyados por 18 instructores militares iniciaron una nueva fase que los enfrentó por primera vez a un régimen de vida militar.
El toque de diana a las 06:00 horas, lucir impecablemente uniformados para el desayuno es el inicio de una rutina exigente que ha significado un cambio radical en sus vidas. “Es que la mayoría de los jóvenes vienen de un sistema de hábitos distinto en que las mamás les hacían la cama y hasta el desayuno. Entonces el tener que asimilar un régimen con horarios y disciplinas estricto implica un giro importante que en un comienzo resulta complicado”, explica el Comandante del Grupo de Instrucción de Alumnos, Comandante de Grupo (DA) César Bustos, enfatizando que hoy, luego de dos semanas de campaña, es un tema superado.
“Efectivamente una de las cosas que más me costó en un comienzo fue el tema de los horarios fijos, pero una vez acostumbrados uno se siente bien y con la confianza que todo lo realizado forma parte de un aprendizaje integral de autocuidado que nos va a servir no sólo para cumplir bien en la campaña, sino en todos los ámbitos de la vida”, explica la Alumna Recluta Katherine Alarcón, de 19 años.
Pero además de estos hábitos disciplinarios, esta campaña se caracteriza por enseñar a los Alumnos Reclutas las primeras lecciones de instrucción militar. Formaciones, giros, alineación, canto militar, retretas, manejo de fusil y acondicionamiento físico, además de clases teóricas son sólo algunas de las lecciones que día a día deben aprender para superar esta etapa. Una etapa que lejos de asustarlos, los hace más fuertes y con más ganas de seguir superándose.
Como explica el instructor, Sargento 2° Marcelo Garrido, “si bien es cierto que se trata de jóvenes que vienen de un sistema de vida más bien sedentario, sobre todo por lo que trae consigo la modernidad con la televisión, la computación y los juegos de video que los aleja de la actividad física, se nota que son muchachos esforzados y decididos a cambiar sus costumbres para lograr su principal objetivo que es mantenerse en la Institución”.
Es el caso de Leonardo Muñoz, de 21 años, quien asegura encontrarse en el lugar que siempre soñó y que, por lo mismo, trata de sortear cada obstáculo que se le presente hasta convertirse en el mejor. “Mi deseo es convertirme en tripulante aéreo. Quiero destacar dentro de mis camaradas, llegar a ser el mejor y disfrutar lo que es la Escuela, lo que es ser Alumno para convertirme en una buena persona con los valores que inculca la Institución”, dijo.
Similar opina la Alumna Recluta Madeleine Varas, de 20 años, quien desea convertirse en una fiel representante de la mujer en la Fuerza Aérea de Chile. “Sé que muchas ya han dejado huella, que pueden hacer trabajos de hombres, que no somos tan débiles como se ve y decirles a las que vendrán después que se puede, que todo pasa. Que si quieren ser militares o pertenecer a las Fuerzas Armadas que se esfuercen así como nosotras lo hemos hecho para quedar acá. Es todo cosa de vocación”, sostuvo.
Pero si de adaptarse a costumbres y hábitos diferentes se trata, uno de los principales jóvenes que ha debido asimilar esta experiencia es el Alumno Recluta Ariki Raa, quien llegó directamente desde Isla de Pascua para convertirse en un miembro de la Fuerza Aérea de Chile.
Con tan sólo 17 años de edad y la mayoría de sus amigos capacitándose en turismo o simplemente disfrutando su tranquila vida en la Isla, Ariki decidió tomar sus maletas y partir rumbo a Santiago para seguir la vida militar. “Es que siempre me han llamado la atención los aviones. Desde pequeño veía el movimiento de los mecánicos en el Aeropuerto Internacional Mataveri de Isla de Pascua y siempre supe que mi futuro eran los aviones. Aunque a veces se echa de menos la vida en la Isla, estoy realizando lo que siempre quise y lo único que deseo es que llegue aquel día en que mis padres me puedan ver vestido como siempre he soñado: con el azul aéreo”
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