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viernes, 6 de julio de 2012

LA NECESIDAD ENERGÉTICA DE LAS FF.AA

LA NECESIDAD ENERGÉTICA DE LAS FF.AA.
Por: Gdb Mario Arce Giuliucci

Investigador Asociado del Centro de Estudios Estratégicos de la Anepe.

La evolución de la situación mundial, ha determinado una total transformación no sólo de mentalidad, sino de alianzas, estrategias, mercados y manera de relacionarse entre los distintos países. Hemos derivado hacia una sociedad globalizada, donde los problemas que afectan a una nación puede afectar de manera negativa a las demás de su entorno, por lo que en numerosas ocasiones, estos problemas y sus soluciones no pueden entenderse ni acometerse de manera aislada, requiriendo enfoques más generales o incluso globales.

Tras la desaparición de la guerra fría, se ha pasado de un entorno bipolar, monolítico y en cierta medida estable, a otro más inestable y menos previsible, en el cual pueden aparecer conflictos locales de limitada intensidad, cuyos efectos previsibles son también de menor envergadura y con menos repercusiones en el abastecimiento de todo tipo de recursos.

La globalización también ha originado la apertura de las fronteras comerciales de tal manera que los mercados son más grandes, ágiles e interrelacionados entre sí, siendo el verdadero motor de la mayoría de las decisiones estratégicas a todos los niveles en los países desarrollados. Pero este mundo globalizado, industrializado y desarrollado tiene una gran dependencia energética que va a marcar las posibilidades de evolución, según se disponga de este recurso en sus distintas formas.

Así pues, los recursos energéticos y en especial los productos derivados del petróleo son elementos esenciales a la vez que críticos en todos los niveles, por lo que es imprescindible que su disponibilidad se encuentre garantizada por una cadena logística adecuada y que provea en forma, tiempo, cantidad y calidad su uso, incluso en momentos de crisis.

También es importante tratar de evitar dependencias no deseables o únicas, debiéndose diversificar el acceso a todo tipo de fuentes de energía, elemento especialmente crítico en el caso de países importadores de este recurso, para que cualquier situación coyuntural y localizada no conduzca en ningún caso a una situación de desabastecimiento que requiera una solución radical, que en último caso pueda ser militar.

Para nadie es un misterio que nuestro país depende básicamente de la energía importada, lo que sin duda constituye una vulnerabilidad desde el punto de vista del desarrollo, pero también, y muy significativamente de la operatividad de las FF.AA., considerando que ante un conflicto las necesidades operativas de la fuerza se más que duplican.

Antes de determinar cuales serían los principales problemas a sortear para mantener una fuerza operativa, vamos a dimensionar la base energética de nuestro país para demostrar la alta dependencia energética nacional.

Un cuadro general de la matriz energética nos indica que aproximadamente el 70% de la energía primaria que se consume en Chile proviene de importaciones, mientras que el 30 % corresponde a producción nacional.

La energía primaria consumida en el país en el año 2010 se compone de 43% de petróleo, 12% de gas natural, 16% de carbón, 9% de hidroelectricidad y 20% de quema de leña. Estas últimas son 100% de producción nacional, el petróleo nacional es del 2% y el 98% es importado y para el carbón se tiene el componente nacional es del orden del 9% y el importado el 91%

En la producción de electricidad los combustibles fósiles representaron en el año 2010 el 63%, la generación eólica el 0,5% y la generación hidráulica el 36.5%, variando cada año de acuerdo a las características hídricas del año en el transcurso de este año los combustibles fósiles mayoritariamente importados representan del orden del 72% en la generación eléctrica.

Con la incorporación de las terminales de gas natural licuado se avanzó en la disponibilidad de combustibles fósiles importados para no repetir la situación de falta de combustible por los cortes de gas natural desde Argentina pero podemos estar sujetos a cortes en las rutas marítimas o daños de puertos.

Lo anterior indica que prácticamente el 100% del combustible requerido por las FF.AA. proviene del exterior, por lo que se hace necesario considerar varios aspectos que aseguren el abastecimiento en caso de conflicto: el primero de ellos es el stock disponible al momento de la crisis, luego asegurar la distribución a las zonas de empleo y finalmente asegurar el reabastecimiento desde el exterior por la vía marítima.

Crucial para cumplir con estas exigencias es la necesidad de asegurar las vías de comunicación marítimas y la infraestructura portuaria, con el objeto de mantener un flujo permanente de abastecimiento desde el exterior y hacia las zonas extremas.

En definitiva, se debe pensar en una red que provea a las FF.AA. en forma lógica y eficiente sorteando la alta demanda propia de tiempos de crisis o desabastecimiento temporal.

El abastecimiento de combustible en tiempos de crisis, no es un problema íntegramente militar, existen una serie de otros factores que tomar en cuenta a la hora de planificar el abastecimiento, lo que es importante es fijar cuanto combustible es necesario para que una fuerza militar pueda afrontar la situación de crisis o guerra y como plantear la planificación ante las diferentes situaciones de contingencia.

Estas situaciones son las que van a demandar unas cantidades elevadas de combustible y van a requerir una serie de servicios, que dado su especificidad y poca eficiencia en términos económicos, difícilmente pueden ser satisfechas mediante una externalización.

Así pues, es necesario pensar en soluciones prácticas y adecuadas a la realidad nacional, pero que cumplan con el propósito principal: asegurar y mantener el abastecimiento de combustible para las fuerzas militares, (buques, aeronaves y vehículos militares), sin que ello signifique crear una infraestructura gigantesca de almacenes o redes de oleoductos.

A manera de conclusión, diremos que es importante definir una estrategia que, en materia de abastecimiento de combustibles, permita hacer posible la operatividad de las fuerzas en momentos de crisis, tarea que debe asumir el estado como ente superior, garante del bien común y principal generador de políticas públicas, estratégicas y geopolíticas.

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